La crisis hace replantearse la situación del contribuyente ante la Administración Tributaria.
Las últimas noticias del periodo de vacaciones ponían de manifiesto que los ayuntamientos tienen que devolver dinero al estado por haber cobrado más de lo que realmente se ha demostrado que tenían derecho.
La recaudación del estado ha bajado y las ayudas a la banca primero y a los parados que agotan el paro después están creando un desequilibrio importante en las arcas del estado. Nadie tiene un euro y las bocas que callar son muchas.
Se ha hablado de una subida temporal de impuestos (IVA e IRPF), la oposición aprovecha para cargar contra el gobierno por aplicar medidas antisociales y no adecuadas en tiempo de crisis.
La cuestión es que esta necesidad de financiación obliga a buscar dinero por todas partes; y una muy suculenta son las sanciones ya que es de forma particular y al amparo de la ley.
Esta crispación tiene que comportar al ciudadano a ser excesivamente pulcro en sus obligaciones y a no bajar la guardia: a no exceder el límite de velocidad permitida, en llevar los perros atados, en deducir aquellas partidas que son claramente deducibles tanto en IVA como en IRPF o sociedades, ya que la Administración posiblemente aplique la Ley con toda su fuerza ya que, a pesar del daño que pueda ocasionar, políticamente tiene un coste muy bajo y los beneficios son importantes para superar el déficit que sufre toda la administración.
Vienen tiempos fiscalmente revueltos y conviene hacer las cosas mejor que nunca, entendiendo que siempre se han hecho bien pero ahora toca con más rigor nunca.
Joan Carles Martinez
Asesoría Fiscal
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